• Está basado en la tomografía eléctrica en tres
dimensiones (3D) y se ha aplicado con éxito
En México, la
tomografía eléctrica de resistividad en tercera dimensión no ha sido explotada
en todo su potencial por la arqueología, pese a que ha comprobado su eficacia
en otros ámbitos.
Así lo afirmó un
grupo de académicos universitarios, que actualmente colabora con el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el proyecto de Pañhú, en
Tecozautla, Hidalgo, con un método de su creación, que permite conocer el
subsuelo por debajo de las estructuras arqueológicas, sin necesidad de excavar
aleatoriamente para encontrar información del sitio.
Para su diseño, se
aplicó la técnica de tomografía eléctrica tridimensional, que implica rodear la
estructura o edificio de interés mediante una serie de electrodos (varillas de
cobre de 60 centímetros de longitud, enterradas en el suelo 40 centímetros,
aproximadamente), que conectados mediante un cable “inteligente” a una consola,
envía corriente al subsuelo en una secuencia previamente programada para medir
la resistividad del subsuelo.
Las profundidades
alcanzadas varían de acuerdo con la separación entre electrodos y la longitud
de las líneas geofísicas establecidas. En el caso de la pirámide principal del
Pahñú, se obtuvieron datos a una profundidad de casi nueve metros. “Así podemos
conocer las características donde se encuentran los edificios prehispánicos sin
realizar excavaciones”, precisó René Chávez Segura, jefe del Departamento de
Geomagnetismo y Exploración del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
“Empezamos a
colaborar en esa zona por invitación de un grupo de arqueólogos del INAH,
dirigidos por Fernando López, pues requerían conocer las razones por las que la
pirámide principal sufre una serie de agrietamientos que ha provocado una
peligrosa inestabilidad del edificio en su parte norte, lo que pone en riesgo
su integridad”, señaló.
Entonces, explicó, se
tenían que conocer las características físicas del área que sostiene esa
estructura. Para ello, se rodeó en un cuadrado formado por 44 electrodos
separados tres metros. Se determinó la diferencia de potencial para obtener la
resistividad del subsuelo, parámetro físico fuertemente relacionado con las
características del medio.
Este método fue
diseñado por Andrés Tejero, profesor de la Facultad de Ingeniería (FI), y ha
sido adecuado y aplicado por el grupo de trabajo de Chávez Segura. También
participan Gerardo Cifuentes Nava y Esteban Hernández Quintero, académicos del
IGf.
Al respecto, Tejero
mencionó que la tomografía eléctrica 3D se desarrolló hacia la segunda mitad
del siglo pasado, “nosotros la modificamos y adecuamos para conocer las
condiciones del subsuelo en zonas urbanas y arqueológicas, donde no se puede
pasar por encima de las construcciones porque se perjudica la obra o se pierde
evidencia de vestigios históricos”.
Así se obtiene
información sobre los parámetros físicos, porque las características que lo
forman varían, tanto de manera lateral, como a profundidad. Mediante el empleo
de métodos matemáticos se puede dar sentido a la información que se obtiene, y
así estimar un modelo de la estructura del subsuelo, refirió Cifuentes Nava,
también secretario Técnico del IGf.
Por parámetros
físicos se entiende la resistividad aparente y real, que reflejará las
características de las estructuras que se encuentran a profundidad, indicó.
Con esta aplicación,
prosiguió, se ofrece información a la autoridad competente, para que tome
decisiones que podrían estar enfocadas a acciones de protección civil. En el
caso de la arqueología, sirve para que los expertos sepan exactamente dónde
tienen que excavar, y así evitar una búsqueda aleatoria.
En el caso del Pañhú,
apuntó, “en un principio nos pidieron apoyo para dos pirámides que ya habían
sido exploradas, por lo que los arqueólogos fueron capaces de indicar el lugar
preciso para el estudio geofísico”. Ahora, en una segunda fase, la labor se
enfocó a un cuerpo no examinado y los resultados indicarán los sitios a indagar
y excavar.
Hernández Quintero, jefe del Servicio Magnético del
IGf, expuso que con este método se han resuelto varios problemas, que van desde
la parte de la arqueología, hasta la elaboración de mapas de fracturamientos y
de subsidencia del subsuelo, sin necesidad de hacer pozos, y que indican las
zonas de riesgo en áreas urbanas.
Fuente: DGCS-UNAM