• A cargo del CCA de la UNAM, es único
por ser el más alto en el orbe, a cuatro mil metros de altura
La Universidad
Nacional, a través del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), puso en marcha
el Observatorio Atmosférico Altzomoni, único en comparación con laboratorios
similares del mundo, pues su ubicación, a cuatro mil metros de altura, lo hace
el más alto a escala mundial.
Se trata de una
estación localizada sobre el cerro Altzomoni, en las faldas del volcán
Iztaccíhuatl, dentro del Parque Nacional Izta-Popo, donde se tiene la ventaja
de una menor interferencia por vapor de agua que afecta las observaciones,
sobre todo, en el rango espectral del infrarrojo.
Ahí, la meta es la
detección, con gran exactitud, de gases de efecto invernadero, que aumentan la
temperatura, como el dióxido de carbono, el óxido nitroso, el metano y el
ozono, junto con otros, es decir, la caracterización exacta de los gases de la
atmósfera alta.
María Amparo Martínez
Arroyo, directora del Centro, señaló que este espacio, financiado por el CCA,
pretende impulsar las ciencias de este campo en el país. Su misión no es sólo
universitaria y de gran importancia para la investigación, sino que proporciona
a México una relevancia en todas las redes internacionales.
También se liga al
plan de creación de observatorios atmosféricos en todas las sedes de esta casa
de estudios. “Es el ejemplo más relevante en términos científicos por su
ubicación y unicidad, localización donde se requería tener mucha más
información acerca de la atmósfera”.
Altzomoni es una
estación que también servirá de referencia en superficie para las mediciones
satelitales, y brindará información de gran calidad.
El CCA ve la
consolidación de este proyecto de muchos años, gracias a la colaboración con instancias
del extranjero y nacionales, como el Institut für Meteorologie und
Klimaforschung del Karlsruhe Institut für Technologie, que puso una gran parte
del equipo.
Además, de la
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, y el Servicio Meteorológico
Nacional (SMN), y dentro de la UNAM, el Instituto de Geofísica.
También, el Centro de
Investigación Deutsche Luft und Raumfahrt, que donó un espectrómetro de alta
resolución, y el Sistema de Monitoreo Atmosférico del Gobierno del DF, que
instaló analizadores de gases como los que miden los niveles de contaminación
en el Valle de México.
Se demuestra,
consideró la directora, que se tiene la posibilidad de desarrollar buenos
proyectos con vínculos que benefician a todas las partes, y que “nos colocan en
un punto de referencia en la investigación atmosférica internacional”.
Asimismo, anunció que
se espera un mayor involucramiento del SMN, mediante la firma de un convenio, y
que ésta sea la estación de altura que se considera en el plan hídrico de la
instancia federal.
En su oportunidad,
Adrián Vázquez Gálvez, coordinador general del SMN, expresó que éste es un
proyecto relevante, no sólo para los organismos involucrados, sino para la
nación.
“Estamos preocupados
por las implicaciones del cambio climático; se requieren esfuerzos para mejorar
la adaptación de México a este fenómeno. Necesitamos generar nuestros propios
datos, escenarios y capacidades para tomar decisiones respecto a lo que vamos a
hacer como país, y eso, a futuro, implica competitividad y calidad de vida”,
consideró.
Además, resaltó la
importancia de que la UNAM y el CCA sean quienes encabecen este esfuerzo. “La
idea es que se sume no sólo el Servicio, sino otras instancias nacionales e
internacionales, porque además esta información será útil a escala planetaria”.
Michel Grutter de la
Mora, investigador titular del Grupo de Espectroscopía y Percepción Remota del
CCA, y quien encabeza el Observatorio, dijo que se apoya en técnicas de
percepción remota, donde se trata de determinar la composición química y
propiedades físicas de la atmósfera mediante métodos ópticos.
La mayoría de las
estaciones de este tipo se encuentran en latitudes altas, por lo que son muy
escasas las observaciones en los trópicos, donde los procesos convectivos y el
intercambio de gases entre la tropósfera alta y la estratósfera toman un papel
relevante.
Altzomoni se ubica en
un lugar estratégico, entre los valles de México y Puebla; si hay transporte de
contaminantes de una región a otra, o que incluso venga de otros países o continentes,
se puede detectar. Así, se podrán estudiar las fuentes de emisión con mayor
detalle.
El científico explicó
que las moléculas suspendidas en el aire, presentes en fase gaseosa, tienen
movimientos libres de vibración y rotación, y la capacidad de absorber
radiación en frecuencias específicas de acuerdo con su estructura y propiedades
químicas. Así se pueden identificar las moléculas y cuantificar su número en el
paso óptico de la radiación antes de llegar a los sensores instalados en la
superficie.
Grutter de la Mora
expuso que el bióxido y monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y el mismo
ozono, son gases de efecto invernadero, resultado del uso de combustibles
fósiles. También, existen partículas suspendidas, llamadas aerosoles, lo que
afecta el balance energético del planeta.
“Por ello nos
interesa medirlos, caracterizarlos, especificar cómo cambian en el tiempo, y
cuáles son sus tendencias, para saber cómo afectamos la composición y ese
balance, que definirá el clima de los próximos años”, precisó.
Diferentes detectores
Cuenta con diferentes
detectores: un espectrómetro infrarrojo de absorción solar, que aprovecha la
parte de la luz del Sol que atraviesa la atmósfera antes de alcanzar la
superficie terrestre y, entonces, estudiar su composición.
El universitario
recordó que un instrumento igual opera en CU, y ambos miden gases de efecto
invernadero como el dióxido de carbono, metano, óxido de nitrógeno y el ozono.
De igual manera, con
un espectrómetro óptico de absorción diferencial en ejes múltiples, construido
en el CCA para medir la radiación ultravioleta y visible del cielo azul en
diferentes inclinaciones, con el uso de un espejo móvil.
Y con un sondeo
remoto de emisiones volcánicas, para el estudio de la composición química de
los gases, como el bióxido de azufre, emitidos por el volcán Popocatépetl.
Asimismo, es posible conocer la evolución y abundancia relativa de otros de
origen volcánico, de particular interés para las interpretaciones geológicas de
la actividad del coloso.
La idea de tener un
espacio de altura, prosiguió, es incorporarnos al mayor número de redes
internacionales de observatorios, porque la atmósfera no tiene fronteras.
Ahí, a cuatro mil metros de altura ya han arrancado
las observaciones; y se espera instalar un sistema de telemetría para operar
todos los equipos desde Ciudad Universitaria.
Fuente: DGCS-UNAM