La sequía que se vive en algunos estados del país ha sido muy severa, tanto que por lo menos en 50 años no se había presentado una situación igual, aunque “podríamos decir que ya salimos de ella”, afirmó Víctor Magaña Rueda, investigador del Instituto de Geografía (IG) de
La condición más grave se presentó en 2011 y abarcará parte de este año, pero en menor medida. Los pronósticos climáticos que hemos elaborado ya no indican que sea persistente, y eso tiene que ver con que las condiciones oceánicas que la mantenían han comenzado a cambiar, precisó.
El especialista en ciencias atmosféricas indicó que esta situación se presenta en forma recurrente, y el calentamiento global sólo ha hecho que, al parecer, sea de mayor impacto, pero no hay evidencia que pruebe que la hará más frecuente, ni severa.
Incluso, apuntó, la actual se puede explicar en términos de variabilidad natural, y por lo tanto, debimos estar conscientes de que iba a ocurrir.
El déficit de lluvia tiene una explicación en términos naturales, pero es importante aclarar a qué tipo de sequía se hace referencia. Por ejemplo, si es meteorológica se trata de una disminución significativa en las precipitaciones esperadas; es agrícola si éstas o el agua que reciben las plantas o cultivos no son suficientes, y la hidrológica ocurre si no hay suficiente líquido para otros fines, como los caudales de los ríos o las presas, señaló el integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Que haya una meteorológica puede inducir o no en una de tipo agrícola, porque depende del manejo que se haga del recurso para esta última actividad, aclaró.
Entonces, es un error medir a la primera de una forma en donde se refleje la influencia humana, y en esto tiene mucho que ver el tratamiento del problema. Nos hablan de la existencia de una sequía de gran magnitud y nos ponen imágenes de cultivos secos o vacas muertas, que de ningún modo reflejan la dimensión de la anomalía, aclaró.
Asimismo, apuntó, se debe entender que aridez no es lo mismo que sequía. Hay estados o regiones que son áridas, es decir, llueve muy poco y, por lo tanto, no se puede esperar que la zona se vuelva verde.
La meteorológica es algo natural y recurrente, y los estudios nos indican que está asociada a las condiciones de los océanos, que normalmente proveen la humedad que fluirá hacia el continente para producir lluvias y generar una condición de menor estabilidad en la atmósfera, explicó.
En los años 50 se presentó la peor en México, fue muy prolongada, duró aproximadamente siete años y tuvo muchas consecuencias en la parte norte del país. A finales de los 90, abundó, hubo otra en la misma zona, y la más reciente es la que inició en 2011 y sigue vigente, y aunque será relativamente corta, ha sido intensa y ha impactado de manera importante en la agricultura.
Estos fenómenos se caracterizan porque, si son muy secos en el norte, tienden a generar más humedad de lo normal en el sur de nuestro territorio, indicó.
Ante el panorama y la recurrencia en regiones áridas, consideró que un país como el nuestro no puede seguir tan vulnerable; se debe crear una sociedad y una economía que resista y, en buena medida, eso tiene que ver con el manejo del agua, la estructura de la agricultura y saber qué grupos deben participar activamente para implementar esas acciones.
“Eso es prevención y es importante porque por cada peso que se invierta en esta actividad se pueden ahorrar de seis a 10 en el pago de daños. Entonces, es fundamental que se trabaje en soluciones estructurales para contar con un plan de acción que nos prepare ante la sequía”, concluyó.
Fuente: DGCS-UNAM