lunes, 30 de enero de 2012

Analizan en el mar caribe contaminantes acumulados durante 150 años

• Mercurio, arsénico y plomo se han encontrado en sedimentos marinos, explicó Ana Carolina Ruiz Fernández, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM
• En la sede de Mazatlán, la científica encabeza un estudio de 12 países latinoamericanos, financiado por el Organismo Internacional de Energía Atómica • Sus resultados revelan que las zonas de estudio más enriquecidas por mercurio se encuentran en Cuba, Haití y Colombia

Metales pesados como el mercurio, arsénico y plomo, han sido identificados en sedimentos de la zona costera del Mar Caribe, mediante un estudio regional en el que participan especialistas de 12 países latinoamericanos, encabezados por Ana Carolina Ruiz Fernández, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.

El análisis de metales e hidrocarburos tóxicos se basa en la indagación de sedimentos costeros que se han acumulado a menos de 50 metros de profundidad.

Se trata del primero de este tipo que se hace de manera colectiva en la zona, y cuenta con el financiamiento del Departamento de Cooperación Técnica del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la colaboración de especialistas de México, Guatemala, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Haití, Honduras, Jamaica, Costa Rica, Panamá, Colombia y Venezuela, explicó la científica en entrevista, desde la sede Mazatlán del ICML.

“Con el proyecto, en el Gran Caribe existe ahora la capacidad técnica y el equipamiento provisto por la OIEA, para hacer evaluaciones de tendencias temporales de contaminación, tanto para metales pesados, como para hidrocarburos, con el uso de técnicas nucleares, como el método de fechado que utiliza al isótopo radiactivo plomo-210 (210Pb), que permite establecer la geocronología de sedimentos marinos y evaluar cómo se han desarrollado las tendencias de la contaminación en los últimos 100 a 150 años”, explicó la investigadora.

Los isótopos son átomos de un mismo elemento, químicamente indistinguibles, que tienen igual cantidad de protones y electrones, pero diferente número de neutrones, con lo que varía su masa. Entre otros usos, sirven como marcadores de reacciones químicas, pero los radiactivos son ampliamente utilizados como cronómetros, para determinar la edad de rocas, fósiles y sedimentos, con lo que es posible estudiar procesos ambientales en distintos periodos geológicos de la Tierra.

Un vistazo al pasado

Ruiz Fernández añadió que, con un solo muestreo en cada sitio analizado, fue posible determinar cómo han evolucionado las tendencias de la contaminación (o cualquier otro tipo de cambios ambientales) en las áreas costeras en los últimos 100 ó 150 años, con el uso de plomo-210.

“Hicimos muestreos en tres diferentes puntos de cada bahía elegida por los 12 países participantes. Cada uno eligió cuál era su prioridad y escogió el sitio más contaminado o asociado a procesos productivos de relevancia económica, como la pesca. Se obtuvieron nueve muestras en cada bahía”, detalló.

Se realizaron desde barcos, con el uso de nucleadores de gravedad, que son instrumentos constituidos básicamente por un tubo de PVC transparente, que al ser lanzados desde las embarcaciones se encajan en el fondo del mar y los sedimentos quedan retenidos en el interior. Al recuperar el nucleador en la superficie, los sedimentos permanecen acomodados en capas ordenadas, del mismo modo que se encontraban dentro del mar.

“Los nucleadores que empleamos son de un metro de largo, suficiente para recolectar acumulaciones desde hace un siglo a siglo y medio, que corresponden a la época en que empezó la contaminación por metales pesados a causa de la actividad humana, la industrialización y el uso de hidrocarburos”, explicó Ruiz Fernández.

La actividad antropogénica queda registrada en las capas debido a que los contaminantes, como los metales pesados y los hidrocarburos, tienden a adherirse fuertemente a las partículas sedimentarias. “La tasa de acumulación reciente en la zona costera es típicamente de alrededor tres milímetros por año; de esta forma, 100 años se encuentran registrados en los primeros 30 centímetros de la columna sedimentaria. Por ello no requerimos más de un metro de profundidad para el análisis de las tendencias de contaminación”, aclaró.

Las muestras se llevaron a laboratorios (unos universitarios y otros gubernamentales) de los 12 países y cada uno realizó parte de su estudio (lo que facilitó las intercomparaciones de algunos resultados), y en el caso de los análisis de plomo-210, México prestó asistencia y analizó muestras procedentes de Guatemala, Colombia, Panamá y Venezuela.

Coatzacoalcos y la dilución del río

Desde el buque Justo Sierra de la UNAM, Ruiz Fernández y sus colaboradores realizaron la tarea en aguas del río Coatzacoalcos, Veracruz, elegida como zona de estudio por contener contaminación petrolera.

“Encontramos sorpresivamente que se encuentra bastante bien en comparación con otros territorios de la región. Supuse que encontraríamos concentraciones muy altas tanto de metales como de hidrocarburos, debido al intensivo trabajo petrolero, pero no fue así”, dijo.

Los investigadores obtuvieron muestras sobre el lecho del río Coatzacoalcos y hallaron que las concentraciones de metales pesados e hidrocarburos son muy similares a todo lo largo y hasta la desembocadura. “Esto significa que, excepto en el momento que han tenido problemas de derrames petroleros, la capacidad de dilución del cuerpo de agua es importante”, destacó.

La universitaria consideró posible que, por su capacidad de arrastre, el río lleve los contaminantes a otra región no analizada. “Se necesita una investigación más exhaustiva para saber hasta donde llegan las concentraciones”, indicó.

Asimismo, reconoció que los contaminantes migran, y que el estudio se realizó en la desembocadura del Coatzacoalcos, a unos 60 kilómetros de la costa. “Obtuvimos los núcleos a 25 ó 30 metros de profundidad de la columna de agua. Es posible que lo que no encontramos aquí se haya depositado en otro lado”, abundó.

No obstante, se hizo evidente que, a partir de la década de 1980, año en que iniciaron las funciones de los complejos petroquímicos Morelos y Pajaritos, hubo un cambio en el tipo de sedimento que llegaba normalmente a esta área. “Hasta 1980 los había típicamente marinos, pero a partir de entonces se registró un mayor aporte de material terrígeno y aumento en las concentraciones de arsénico, mercurio y plomo”.

El incremento de sustancias tóxicas va de ligero a intermedio, y se caracteriza por la llegada de material de agua dulce. “En el área que era totalmente marina comienza a haber presencia terrestre y un notable cambio por la modificación en el uso del suelo, por la intensificación de actividad petroquímica”, explicó.


Asimismo, destacó que los problemas más grandes de enriquecimiento por mercurio están en Cuba, Colombia y Haití. “En los primeros dos países, se sabe que este metal proviene de plantas de producción de cloro alcalino, que lo emplean y han tenido derrames o mal manejo de los recursos. En el caso de Haití, aún investigamos el origen de este enriquecimiento”.

“En México, la polución por mercurio es de ligera a media. Otros indicadores relevantes son arsénico, que en Coatzacoalcos es ligero, pero en otros países relevante, como la Bahía de Cienfuegos en Cuba, donde han habido derrames de una planta procesadora y hay altos niveles, que han ocasionan una gran mortandad de peces”.

Presenta resultados en la OIEA

A la cabeza del grupo regional, Ruiz Fernández presentó recientemente los resultados del proyecto en Viena, dentro del foro El agua importa, y la Conferencia General 2011 del OIEA.

“México ha sido precursor desde que iniciamos este tipo de estudios, en el año 2000, en la sede Mazatlán del ICML. Antes, fui invitada como experta de la OIEA para asesorar al resto de las naciones en el Caribe, para implementar estas técnicas de geoquímica isotópica y geocronología”, relató.

El proyecto permite a la especialista diseminar en 11 países el conocimiento que desarrolló en la UNAM.


Fuente: DGCS-UNAM