• Las alteraciones inician con una inadecuada migración neuronal en la etapa embrionaria y se manifiestan en la adolescencia con daños en la médula espinal, el tallo y la corteza cerebrales, dijo Alfonso Escobar Izquierdo, investigador emérito del IIBm de la UNAM
Causa de alucinaciones, ilusiones, delirios de persecución o de grandeza y otras distorsiones de la realidad, la esquizofrenia es la psicosis más frecuente de los seres humanos y afecta la conducta, la percepción, la imaginación, el estado de ánimo, los ciclos de sueño y las relaciones con los demás.
Compleja, discapacitante e incurable, afecta al uno por ciento de la población mundial, en igual proporción a hombres y mujeres, según datos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos.
Aún se desconocen sus causas y su genética, pues aunque se sabe que es un padecimiento familiar y se han descrito 12 genes asociados, ninguno es determinante. Lo cierto es que si se presenta, los circuitos cerebrales son anormales, afirmó Alfonso Escobar Izquierdo, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM.
Se trata de una enfermedad cuyas alteraciones inician con una inadecuada migración neuronal en la etapa embrionaria y se manifiestan en el segundo o tercer tercio de la adolescencia con daños en la médula espinal, el tallo y la corteza cerebrales, añadió el investigador emérito.
En la conferencia Esquizofrenia: circuitos cerebrales anormales, ofrecida en el auditorio Ramón de la Fuente Muñiz, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina (FM), el neurólogo consideró importante profundizar en los estudios genéticos, pues es probable que varios genes, así como los cromosomas 13 y 16, estén asociados a la afección.
Entre otros factores que pueden contribuir a su desarrollo, prosiguió, destacan complicaciones obstétricas como hipoxia en el embarazo, infecciones bacterianas o virales durante la gestación, malnutrición intrauterina, toxicidad por consumo de alcohol o drogas, y problemas perinatales en un parto prolongado.
Desde el punto de vista anatómico no presenta anomalías, precisó. “El cerebro se parece al normal”, pero en los circuitos cerebrales del enfermo, Escobar encontró circunstancias asociadas a algún síntoma del padecimiento.
Fallas en circuitos cerebrales
Estudioso de las irregularidades bioquímicas y de las lesiones que ésta y otras afecciones mentales generan en el cerebro y en el sistema nervioso central, el universitario ha dedicado buena parte de su carrera académica –que inició hace más de 60 años en la UNAM— a analizar las fallas que ocurren en presencia de la enfermedad.
Junto con su maestro Dionisio Nieto, en 1972 fue coautor de un artículo que describe las lesiones cerebrales. Ese estudio precursor, que generó gran interés internacional, se editó ese año como capítulo en la publicación Pathology of the Nervous System, y aún es citado por expertos de todo el mundo.
En sus indagaciones ha encontrado variaciones estructurales, como lesiones diencefálicas y límbicas, así como anomalías citoarquitectónicas en la corteza prefrontal.
“Las alteraciones del pensamiento y la conducta se dan por fallas entre el tálamo y la neocorteza. Las alucinaciones características de los esquizofrénicos se relacionan con mal funcionamiento en el lóbulo temporal, el trastorno del pensamiento con alteraciones en el hipocampo y los cambios de atención con el tálamo y los circuitos neuronales de línea media”, indicó.
También hay un paso inadecuado de los núcleos reticulares al sistema límbico y una alteración de la amígdala límbica, que produce confusión olfativa y respuestas impulsivas en el ámbito afectivo.
“Esta enfermedad afecta la conducta, la génesis del pensamiento y las respuestas afectivas porque son eventos que dependen de la conectividad de los circuitos neuronales, que se forman a lo largo de toda la vida. En la esquizofrenia, todos están alterados”, destacó.
Alfonso Escobar consideró que, en presencia de ese padecimiento, la mente “está en la inopia de emoción y de pensamiento, reducida en actividad, vacía de lenguaje y desprovista de imaginación e interés”.
Este trastorno de múltiple acción, concluyó, no se controla sin medicamentos adecuados, tampoco tiene cura, por lo que el estudio científico debe continuar en busca de respuestas para comprenderlo y afrontarlo.
Fuente: DGCS-UNAM