jueves, 21 de julio de 2011

Desarrolla universitario robot auxiliar en la siembra de maíz

• Ayudará en las cuatro tareas más importantes de esa labor: arado, siembra, fumigación y cosecha, dijo Eduardo Rodríguez Hernández, del posgrado de la FI

Aunque todavía no existe el prototipo del robot paralelo manejado por cables para automatizar el cultivo de maíz, Eduardo Rodríguez Hernández, su inventor, ya concibió totalmente la idea de su manejo y operación.

Todo empezó en septiembre de 2010. En los cursos de posgrado de la Facultad de Ingeniería (FI) se gestó el proyecto que, en el momento en que se concrete, ayudará en las cuatro tareas más importantes de esa labor: arado, siembra, fumigación y cosecha.

A sus 23 años, el estudiante de Mecatrónica se ha fijado como meta diseñar un prototipo que tenga las funciones de un agricultor experimentado. Como justificación, dijo, se parte de que el maíz es un cereal de origen mexicano, producido como alimento principal de grandes núcleos poblacionales.

Además, hoy se presenta el desabasto de energía; esta última podría conseguirse mediante un proceso para obtener biocombustible del cereal. “Aunque existe una contradicción que hay que resolver –reconoció–, pues el uso de tractores y maquinaria para cultivar maíz, consume aproximadamente dos litros de gasolina o diésel para obtener un litro de etanol”.


Eduardo, a secas, como lo llaman sus compañeros de maestría, prefiere hablar de su idea. “Este tipo de robot paralelo se conforma por cuatro torres que podrían instalarse en cualquier terreno, ya sea inclinado o plano, incluso accidentado. De las torres, se desprende un cable que las une transversalmente y cuenta con una plataforma al centro. Se maneja por cables, lo que representa ventajas y desventajas”, explicó.

Entre sus virtudes resalta su menor costo, y que en los análisis dinámicos se puede apreciar su masa en comparación del peso del trabajo final.

Por lo que se refiere a las desventajas, refirió que tiene poco grado de libertad y, en algunos casos, se tiene que restringir la operación, lo que no le impediría preparar el terreno de cultivo y esparcir fertilizantes químicos (nitrógeno o fósforo) o abonos naturales.

Está pensado también para la siembra, es decir, para introducir semillas a cierta y precisa profundidad. “Otra etapa es la fumigación para eliminar hierbas y plagas, como roedores e insectos; por último, está la cosecha, en la que corta y obtiene el producto.

Según el estudiante, hijo de una familia de agricultores de Huachinango, Puebla, el concepto considera las necesidades básicas de un sistema mecánico que se relaciona con ciertas métricas. “Éstas proporcionan valores importantes, como la profundidad que se debe alcanzar, la fuerza y el área de trabajo, entre otros aspectos”.

Dentro del trabajo de diseño, abundó, se hizo un estudio para determinar qué funciones desarrollará cada componente, así como para simplificarlas.

Por cada función (arado, siembra, fertilización, fumigación, fertilización y cosecha), se requirió un análisis matemático para desplazar los componentes mecánicos y dar la rigidez necesaria a los dos cables y plataforma central.

También, se debe calcular el grado de libertad para dar orientación a las funciones: qué cable debe aflojarse y cuál permanecer tirante para desplazarse por sus ejes, porque no se pueden reventar, alertó.
Rodríguez estudió la vocacional y licenciatura en el Instituto Politécnico Nacional y se inscribió en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería. “Hasta el momento, se tiene una simulación matemática completa con todas las longitudes, y de cada momento del desplazamiento. Esperamos realizar pronto un diseño del prototipo, pero hay que aclarar que, a veces, no es sencillo imaginarse las cosas”, concluyó.

Fuente: DGCS-UNAM