martes, 26 de julio de 2011

Generan universitarios información climatológica sobre México en el último siglo

• El registro de los incrementos en este periodo permitirá proyectar lo que puede ocurrir en el país hacia los años 2060 ó 2090
• Servirá para tomar medidas en torno a efectos del cambio global sobre plantaciones y cultivos; distribución, polinización y dispersión de recursos vegetales; algunas enfermedades e, incluso, transferencia de tecnología
• Nuestra nación, Estados Unidos y Filipinas son de los pocos territorios que cuentan con este tipo de información, dijo Oswaldo Téllez, de la FES Iztacala

Para tener un conocimiento base acerca de la tendencia del clima en México, que sirva para tomar medidas en diversos aspectos de la vida nacional, académicos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, y de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), generaron la información climatológica registrada en el país en los últimos 100 años.

Estos modelos permitirán, de acuerdo con los incrementos observados en ese periodo, proyectar lo que puede ocurrir en la República Mexicana en esta materia hacia el año 2060 ó 2090, sin necesidad de basarse en información elaborada por investigadores de otras latitudes, explicó Oswaldo Téllez Valdés, jefe del Laboratorio de Recursos Naturales de la Unidad de Biología Tecnológica y Prototipos de la entidad universitaria.

Con ello, abundó, nuestra nación se convierte en uno de los pocos territorios (Estados Unidos y Filipinas) que cuenta con coberturas o capas que consideren distintos periodos de un mismo siglo (XX). Esto “nos permite saber qué le ocurrió al entorno, y qué aspectos influyeron en su modificación, a fin de tener un punto de referencia base para proponer escenarios de cambio climático futuros”.

Ello no significa que los escenarios mundiales globales no tengan sentido, ni razón para haber sido desarrollados, pero es difícil saber qué ocurre a escala local, en cada país; por lo general, las perspectivas son a nivel megaclimático o macroclimático, explicó.

En este caso, recalcó, “trabajamos a un nivel mezoclimático, muy específico, para determinar qué sucede con la distribución de la diversidad biológica, de los recursos naturales, de los que son empleados para cultivos agrícolas o plantaciones forestales, y de enfermedades que dependen de vectores, como el mal de Chagas”.

Se trata de modelos que podrían tener valiosas aplicaciones. “De hecho, este tipo de información podría estar ligada a padecimientos de tipo psicológico, como depresiones por clima, lo que ya ha sido documentado para naciones nórdicas. Personas que viven por tiempos prolongados con poca luz, días cortos y abundancia de lluvia, tienden a estar en esa condición, caso contrario ocurre en los trópicos, donde los habitantes son más vivaces”.

Téllez Valdés indicó que en los primeros seis meses de este año, Ángela Cuervo, de la UAEM, procesó los datos crudos de las estaciones meteorológicas estándar de México, sur de Estados Unidos y norte de Centroamérica. Los valores de promedios mensuales de temperatura mínima y máxima, y precipitación anual, fueron ordenados en una base de datos. Posteriormente, interpolaron esos valores, es decir, los generaron en donde no existen, a partir de los registrados en ciertos sitios, como las estaciones meteorológicas.

Con esa información se crearon capas de alta resolución espacial, que consideran los valores de esas variables entre 1910 y 2009. Estos mismos datos ordenados de forma distinta sirvieron para generar capas para los periodos de 1910-1949, 1950-1979 y 1980-2009, con el fin de revisar la variación a través del siglo XX y la primera década del XXI.

De esa forma, se encontró que en el primer tercio de la centuria pasada el clima fue de cierta manera, y para el segundo tercio mostró cambios sustanciales en distintas regiones, y el tercero, también mostró modificaciones con respecto al primero y segundo. Todo ello debe tener influencia sobre la actividad humana, biológica, natural, agrícola y ganadera.

En las próximas semanas, los resultados estarán a disposición de los usuarios (principalmente los relacionados con la investigación científica) y agencias gubernamentales, en las páginas de la Unidad de Biología, Tecnología y Prototipos (UBIPRO) de la FES Iztacala, y del Centro de Recursos “Idrisi” de la UAEM. También, se publicarán dos artículos en revistas, como la International Journal of Climatology.

Indudablemente, apuntó Oswaldo Téllez, tendrán muchas aplicaciones y usos. Fuera del ámbito científico los primeros que con toda certeza las emplearán son entidades como la Comisión Nacional Forestal; el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

De manera general, los datos de los universitarios coinciden con los escenarios globales, en cuanto a que la temperatura se ha incrementado entre uno y dos grados en el último siglo. Sin embargo, esta climatología ayuda para ir al ámbito local, porque si se aplica un escenario generalizado se comete un error.

Por ejemplo, en el último tercio del siglo XX en México las precipitaciones pluviales se redujeron con valores que van del 5 al 20 por ciento en distintas zonas; pero no se puede asegurar que en el país el nivel de las lluvias mermaron en esa proporción, explicó.


Uno de los proyectos impulsados es determinar las características asociadas con una mejor producción del cultivo de la caña de azúcar, o la distribución de los árboles de zonas áridas, y ver cuál será el impacto del cambio climático sobre ellos.

Incluso, se realizan ejercicios hacia el pasado remoto, para analizar cómo era la distribución del maíz silvestre hace cuatro mil años y determinar cómo afectará el cambio climático en su distribución actual. Asimismo, se hicieron proyecciones sobre los parientes silvestres de las cucurbitáceas (las calabazas), porque son la fuente básica de los genes que les permiten tolerar enfermedades y adaptarse, concluyó Téllez Valdés.

Fuente: DGCS-UNAM