Los halos solares, que eventualmente se ven como un círculo luminoso que se forma alrededor del Sol, son fenómenos ópticos y atmosféricos asociados a la presencia de corrientes de aire frío en la troposfera, capa de la atmósfera que está en contacto con la Tierra.
Ocurren en épocas de ciclones o huracanes, si a una altura de entre cuatro mil y ocho mil metros se forma un manto de hielo con forma de prismas hexagonales.
“Si la luz del Sol penetra a la capa de hielo, atraviesa los prismas y descompone la luz y se presenta el fenómeno”, explicó Daniel Flores Gutiérrez, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM.
El universitario aclaró que aunque está de por medio la presencia de nuestra estrella, son eventos de la atmósfera terrestre, y no fenómenos astronómicos.
Ciclones, corrientes de aire
Los ciclones, añadió, se forman por corrientes de aire frío y caliente, cuyo flujo produce las capas de hielo en la atmósfera, que varían de densidad, pues a veces son delgadas y producen los fenómenos con colores, y otras son gruesas, y generan una zona unicolor, pues la luz no se dispersa lo suficiente.
“Si es muy gruesa, se forma un disco que parece ser más oscuro que el ambiente y no se pueden observar los colores del arco iris, pues la luz se difumina dentro, pero si es más delgada, se distinguen los colores”, precisó.
A diferencia de las nubes que obstaculizan el paso de los rayos, los prismas de hielo descomponen la luz en colores, y por ello, los halos son tan vistosos, añadió.
En las regiones del planeta que están por arriba de 40 grados de latitud, cercanas a los polos, hay más posibilidades de captarlos. “En México, se observan en la temporada de ciclones y si hay ondas gélidas provenientes de la región polar”, abundó.
Flores aclaró que los halos solares y lunares no tienen utilidad astronómica ni climatológica. “Se describieron en el siglo XIX y se conoce bien cómo ocurren. En la vida diaria son un fenómeno para admirar, y es muestra que hubo o habrá frío”.
Como el arco iris
Los solares se parecen al arco iris. “En el caso de este último, la luz del Sol, que está atrás del observador, incide sobre gotitas de agua, la luz las penetra y se reflejan, por eso lo vemos opuesto a nuestra estrella, y si llueve”.
Para apreciar los primeros, hay que observar el cielo y no el horizonte. “Si se ve hacia la bóveda celeste, está la capa de hielo; no la podemos percibir, pero forma el halo, eventualmente de colores.
Fuente: DGCS-UNAM