martes, 7 de junio de 2011

Aplica FP, estrategias de prevención contra el consumo de tabaco en adolescentes

• Se trabaja particularmente con chicas, por ser más susceptibles; con talleres interactivos y juegos de computadora, aprenden a reconocer situaciones de riesgo, a desarrollar habilidades de rechazo, a asumir un compromiso público de no fumar y a tomar conciencia de cómo será su vida si deciden o no hacerlo
• En un estudio comparativo realizado en escuelas al sur de la Ciudad de México, Nazira Calleja descubrió que en las secundarias públicas hay más factores de riesgo que en las privadas

“La brecha de género que existía en cuanto al consumo de tabaco en la adolescencia se ha reducido; si bien ahora hay casi tres hombres adultos fumadores por cada mujer, en los adolescentes la proporción es de uno a una”, apuntó Nazira Calleja, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, quien aplica estrategias contra el tabaquismo, dirigidas específicamente a jóvenes de la Ciudad de México.

La universitaria trabaja con programas de prevención dirigidos a mujeres adolescentes, por ser más susceptibles al tabaco y sus efectos. Con talleres interactivos y juegos de computadora, aprenden a reconocer situaciones de riesgo, a desarrollar habilidades de rechazo, a asumir un compromiso público de no fumar y a tomar conciencia de cómo será su vida si deciden o no hacerlo.

Susceptibilidad tabáquica

La etapa inicial de la experimentación con el cigarro puede comenzar en la infancia, pero en mayor medida en la segunda década de la vida, si el individuo está expuesto a factores de riesgo como los biológicos (pubertad temprana en niñas).

Aunque también figuran los personales (rebeldía, depresión, baja autoestima, anorexia, bulimia, carencia de habilidades para enfrentar el estrés), familiares (padres fumadores, permisividad en casa) y sociales (amigos fumadores, presión social para el consumo y susceptibilidad a esa influencia).

Después de una amplia investigación entre jóvenes mexicanos, Calleja llegó a un modelo de “susceptibilidad tabáquica”, integrado por cuatro factores de riesgo (creencia en los beneficios de fumar, rebeldía, amigos fumadores y permisividad en el hogar) y dos de protección (creencia en la propiedad adictiva del tabaco y supervisión de los padres).

“En familias donde hay supervisión paterna y se piensa que el tabaco es adictivo, la ‘susceptibilidad tabáquica’ es menor. Pero en hogares donde se encienden cigarros, el chico o la chica entiende que ésa es una norma, y es más probable que lo hagan”, señaló.

Publicidad

En un estudio comparativo realizado en escuelas al sur de la Ciudad de México, la universitaria descubrió que en las secundarias públicas hay más factores de riesgo que en las privadas.

“En las primeras, el 65 por ciento de los muchachos entrevistados afirmaron que los maestros pueden fumar en su escuela y 29 por ciento, que los alumnos pueden hacerlo; mientras, en las privadas 31 y 11 por ciento, respectivamente, dijeron lo mismo. En cuanto a una clara normatividad antitabáquica, el 52 por ciento de los alumnos de las públicas, y el 64 por ciento de las privadas, señalaron que ésta existe en su centro escolar”.

A esto se suma la publicidad de las empresas en medios de comunicación y la presencia en las películas de escenas respectivas.

“Ahora que en los países desarrollados se deja de consumir tabaco por los controles, las compañías (con una producción anual de cinco billones de cigarros) dirigen sus baterías a los chicos de los países en vías de desarrollo”, comentó Calleja.

Prevención

Ante el cuestionamiento de qué hacer ante la limitada efectividad de los tratamientos, debido a que la nicotina es una de las drogas más adictivas, la universitaria respondió que la prevención en adolescentes es una estrategia fundamental.

Se les muestra cuáles son los efectos a corto plazo de esta adicción (mal aliento, acné, irritación de la garganta, dientes y dedos amarillentos, voz ronca, piel reseca y arrugada, entre otros) y cómo las tabacaleras enfocan su publicidad especialmente en mujeres.

Aunque se han obtenido resultados positivos (las adolescentes han adquirido conocimientos, creencias distintas y habilidades de rechazo a la presión social), aún son limitados; hay que crear una estrategia integral que involucre a la familia y al personal de las escuelas, para que los jóvenes puedan resistir la presión de los nuevos grupos sociales al ingresar a la preparatoria.

A nivel macro

En opinión de Calleja, el combate al tabaquismo requiere medidas de control a nivel macro en todas las escuelas del país.

“Nuestros juegos de computadora podrían llevarse a secundarias, incluso subirse a Internet. Asimismo, se podría reforzar su efecto con talleres interactivos, que propician el contacto interpersonal y la discusión de las creencias falsas respecto al consumo en adolescentes”, afirmó.

Además, como fumar es una práctica socialmente aceptada, debe cambiar el entorno social para desalentarla, concluyó.