lunes, 16 de mayo de 2011

Estudian universitarios importancia de la diversidad genética en agaves

• Para que una planta aumente su rendimiento y resistencia a plagas o crezca en diferentes condiciones climáticas, debe tener variedad, dijo Luis Eguiarte, del Instituto de Ecología de la UNAM

El agave o maguey es una de las plantas con mayor número de especies en México: unas 170 han sido descritas y varias más aún no han sido estudiadas. Éstas son consideradas clave por los numerosos recursos que producen (sobre todo durante la floración), de los que dependen muchos animales que, a su vez, pueden ser importantes polinizadores de otros vegetales.

A pesar de ser muy exitoso en su desarrollo evolutivo, en la producción industrial del tequila y mezcal se utilizan clones de una sola especie(Agave tequilaza, en el caso del primero, y Agave angustifolia, del segundo) para acortar su periodo de floración, que es de ocho a casi 20 años. Sin embargo, con ello hay riesgo de que patógenos adaptados a ese único genotipo destruyan los magueyales monoclonales.

Materia prima de la evolución

Para que una planta aumente su rendimiento y resistencia a plagas, o crezca en diferentes condiciones climáticas, debe tener variedad genética. Sin ésta, no se puede adaptar a otras condiciones ambientales ni abrir paso a nuevas especies.
Por ello, esa diversidad es considerada la materia prima del desarrollo, dijo Luis Eguiarte, investigador del Laboratorio de Evolución Experimental y Molecular, del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, quien se ha dedicado por casi 20 años a estudiar las especies del género Agave.

El universitario ha encontrado que las especies silvestres tienen gran variedad genética, debido a que son perennes y a que casi siempre presentan polinización cruzada, lo que evita la auto cruza y reduce las que ocurren entre parientes, es decir, la endogamia (sus polinizadores son especialmente murciélagos del género Leptonycteris).

En el caso de los magueyes de las especies aprovechadas en la producción del tequila y el mezcal, en esencia son clones de una misma planta. “Echan chuponcitos en la base, la parte que utilizan para reproducirse una y otra vez”, explicó.

Como consecuencia de la inexistente diversidad, y por las pobres prácticas fitosanitarias en las plantaciones, a finales de la década de los 90 aparecieron numerosas enfermedades causadas por bacterias(Erwinia), hongos (Fusarium) e insectos, principalmente escarabajos y mariposas.

“Se destruyeron los especímenes contaminados y se emplearon insecticidas y herbicidas potentes, lo que arrojó otra preocupación, porque quisiéramos un tequila y un mezcal orgánicos o, al menos, con la menor cantidad de esos productos en su elaboración”, señaló.

El otro problema es que en las plantaciones de agave se sembraba hace mucho tiempo maíz y A. tequilaza, pero ahora se tiende a cultivar sólo ésta última, y se hace en montañas y cerros, lo que propicia una grave erosión del suelo.

Coevolución planta-animal

Los agaves no existirían sin los murciélagos, ni éstos sin aquéllos. A esa relación se le conoce como coevolución.


“Creemos que hace millones de años, el ancestro de las distintas especies del género Agave (estudios realizados por integrantes del Laboratorio indican que éste surgió hace 11.8 millones de años) producía poco néctar y que los primeros murciélagos que se alimentaron de él eran frugívoros que por casualidad visitaban algunas plantas (el Leptonycteris yerbabuenae, originario del territorio mexicano, surgió hace 12 millones de años)”, indicó Eguiarte.

Poco a poco, cambiaron y se especializaron; ahora, esas plantas producen ese jugo azucarado y polen en cantidades considerables. Sus flores, alargadas y con estambres grandes, comienzan a generarlo al anochecer, para que los quirópteros lleguen por él y las polinicen.

Ambos evolucionaron. Las flores son más atractivas y eficientes durante la polinización, y esos mamíferos han desarrollado un hocico más largo y una lengua que se estira. Si desaparecieran los agaves, seguramente esos murciélagos comenzarían a tener problemas para sobrevivir, y si éstos se extinguieran, aquéllos enfrentarían serias dificultades, concluyó.

Fuente: DGCS-UNAM