lunes, 23 de mayo de 2011

Importante descubrimiento da luz en torno al síndrome metabólico

• Científicos de la UNAM encontraron una conexión insospechada entre una molécula llamada ATP, que funciona como “moneda energética” de las células y la resistencia a la insulina
• El síndrome se constituye por un conjunto de trastornos que incluyen obesidad abdominal, resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, hipertensión arterial y colesterol alto

Un grupo de universitarios descubrió una conexión insospechada entre la “moneda energética” de las células (una molécula llamada ATP), y la resistencia a la insulina, base del síndrome metabólico, uno de los problemas de salud pública más importantes.

Este último es un conjunto de trastornos como obesidad abdominal, resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, hipertensión arterial y alteración de lípidos sanguíneos o “colesterol alto”, como se dice coloquialmente, dijo Antonio Velázquez Arellano, de la Unidad de Genética de la Nutrición del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, con sede en el Instituto Nacional de Pediatría, y quien coordina el grupo de investigación.

Esos problemas de salud son cada vez más frecuentes entre la población, “de tal manera que no es improbable que una persona padezca varios de ellos, o todos al mismo tiempo”, explicó el científico.

Dentro de las hormonas que existen, todas importantes, la insulina es de las más destacadas; es básica porque su función es propiciar que se aprovechen los alimentos ingeridos.

Aunque se asocia con el azúcar, también tiene que ver con el uso de las grasas y proteínas. “Actúa fuera de las células, se une a un ‘receptor’ que está en la superficie de la membrana celular, como la llave en una cerradura, y con ello, desencadena una serie de procesos que permiten la correcta utilización de los alimentos”, indicó.

En la diabetes llamada tipo 1 no se produce insulina debido a la destrucción de las células beta de los islotes del páncreas, por una combinación de virus y factores inmunológicos.

En cambio, en la diabetes tipo 2, que prevalece entre la población mexicana, sí existe la hormona; no obstante, en cantidades normales no provoca los efectos apropiados, y el páncreas la tiene que producir en mayor cantidad. Por ello, en estas condiciones las células son “resistentes a la insulina”.

El problema es muy serio, porque tarde o temprano, los mecanismos de adaptación terminan por ser insuficientes y la persona se vuelve diabética. También, empieza a fallar el metabolismo de los lípidos; los diferentes tipos de grasas sufren un desequilibrio y, eventualmente, aparece la ateroesclerosis, así como los demás componentes del síndrome metabólico.

El hallazgo

Velázquez Arellano se ha interesado, desde hace años, en una vitamina llamada biotina, presente en alimentos como los cereales. “Comenzamos con estudios genéticos, luego analizamos cómo se encontraba en niños desnutridos y, después, tratamos de definir qué pasa si hace falta”.

En 2001, sin proponérselo, descubrió que la biotina controla proteínas llamadas carboxilasas, con las que participa en el buen funcionamiento celular. Pero, además, tiene una función “completamente enigmática”: controlar el funcionamiento de un cierto número de genes, que en apariencia no tienen nada que ver con la propia biotina.

Para entender este misterio, el ganador del Premio Reina Sofía eliminó ese componente a tres organismos completamente distintos, separados en la evolución: la levadura Saccharomyces cerevisiae, organismo unicelular usado para la producción de pan, cerveza y vinos; el gusano Caenorhabditis elegans, y la rata.

“En todos observábamos lo mismo: si quitábamos la biotina, el metabolismo cambiaba como si no hubiera glucosa, aunque les dábamos abundantes cantidades de este azúcar. En otras palabras, sin aquélla las células dejan de percibir que tienen suficiente ‘combustible’ metabólico y hacen uso de las ‘reservas’ de energía almacenadas como ácidos grasos. Es como si en lugar de emplear el sueldo para comprar comida y medicinas, echáramos mano de nuestros ahorros para esos gastos”.

Pero no sólo eso. Las proteínas, que realmente constituyen la estructura de nuestro cuerpo y son muy valiosas son destruidas para hacer nueva glucosa. “Esto sería como si, además de no usar un buen salario, nos dedicamos a malgastar nuestros ahorros para solventar las necesidades diarias”.

Antonio Velázquez y su equipo realizaron otras mediciones y llegaron a un resultado que comenzó a dar luz para resolver esta aparente paradoja.

La manera en que la célula utiliza la energía que requiere es mediante una molécula llamada adenosintrifosfato (ATP). Al usar la glucosa, la energía que contiene se transfiere a la ATP y entonces sí puede ser aprovechada por la célula. Es como cambiar pesos por dólares para viajar fuera del país.

“Encontramos que había un déficit de ATP si quitamos la biotina. Este hallazgo nos indicó que si ésta falta, la célula no puede cambiar la energía de la glucosa en ATP; por ello, aunque proporcionamos suficiente glucosa, las células no tenían energía útil; es decir, no se pueden cambiar los pesos por dólares”, explicó.

En las células existe un detector de ATP, una enzima cuyas siglas son AMPK y que se activa si falta energía. “Aunque había glucosa, encontramos la AMPK sumamente activa”, porque una de las funciones conocidas de la biotina es ayudar a que se utilice correctamente la glucosa; con su ausencia, este azúcar no se aprovecha.

Entonces, la AMPK alerta sobre la carencia de energía y esa información, “ahora lo sabemos”, se transmite al genoma de la célula y hace que cambie el funcionamiento de genes, de forma que el organismo se adapte a las nuevas circunstancias, señaló el universitario.


El mensaje que recibe el genoma (por medio de las llamadas vías de transducción o transmisión de señales) es que no hay energía suficiente, pero esta información se interpreta también como una aparente falta de glucosa (aunque haya suficiente). Entonces, se altera el funcionamiento celular y se comienzan a emplear los “ahorros”.

Velázquez pensó que eso se parece mucho a la resistencia a la insulina. Quienes la padecen o, incluso, ya son diabéticos, tienen mucha glucosa en la sangre; sin embargo, sus células actúan como si no la tuvieran y no la aprovechan.

El concepto que proponemos es que si hay un déficit de energía, de ATP (por distintas razones, en este caso por falta de biotina), esta información se transmite a los genes; el genoma interpreta, de manera equívoca, la falta de energía como carencia de glucosa y se produce la resistencia a la insulina, base del síndrome metabólico, abundó el también ganador del Premio Nacional de Salud Pública.

Antes, prosiguió, a nadie se le había ocurrido que la energía celular tiene que ver con esos problemas de salud. Esta investigación surgió al intentar resolver el enigma de por qué la biotina, además de sus funciones conocidas, controla algunos genes que en apariencia no tienen nada que ver con ella.

De ahí surgieron resultados de los que probablemente saldrán aplicaciones útiles a problemas nacionales, como diabetes y síndrome metabólico.

En esta aventura, Velázquez Arellano está acompañado por un grupo de científicos del propio IIBm y del Instituto de Fisiología Celular; del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN; de los institutos nacionales de Pediatría, y de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, así como de los hospitales de Niños, en Filadelfia, y Henry Ford, de Detroit.

Fuente: DGCS-UNAM