Para la investigadora Elena Roces, la noticia de que su hijo Arturo Álvarez-Buylla había ganado el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2011 tiene varias lecturas; por una parte “representa un reconocimiento a toda una generación de hijos de refugiados españoles con una tradición republicana, y que heredaron sentimientos profundos de trabajo en la emigración española propiciada en México por Lázaro Cárdenas y los grandes intelectuales y políticos de ese tiempo, como Narciso Bassols”.
Por otra parte “representa también la tierra de nuestros ancestros asturianos, como mi padre Wenceslao Roces, que supieron inculcar en nosotros y nuestros hijos los valores de la cultura y agradecimiento a este gran pueblo mexicano que nos recibía y del que ahora formamos parte”.
Representa, además, dice en entrevista, “la relación de mi marido, Ramón Álvarez-Buylla con Asturias, con los sentimientos encontrados de cariño a la familia que allí dejó, a la España profunda y su gran rechazo al franquismo, que fue capaz de aniquilar a su padre”.
Sobre su hijo Arturo Álvarez-Buylla, comenta que siempre mostró interés por la investigación científica. “Pienso sinceramente que su primer gran maestro fue su padre”. Ya en la UNAM, Arturo tuvo grandes maestros, como Horacio Merchant, quien fue su director de tesis de maestría y lo introdujo en los procesos formadores de los organismos.
Mientras vivió Ramón Álvarez-Buylla, recuerda doña Elena Roces, que trabaja como investigadora en el Centro Universitario de Investigaciones Biomédica de la Universidad de Colimas, “siempre fue crítico e incisivo en los puntos fundamentales que tocaban. Le inculcó el trabajo con las manos para desarrollar el cerebro y constantemente estaban juntos en una gran variedad de proyectos no propiamente científicos, como la carpintería, la electrónica y la mecánica. No se imagina cómo siento que Ramón no esté ahora con nosotros para disfrutar este triunfo”.
Su doctorado en la Universidad Rockefeller de Nueva York, lo cursó bajo la tutela de uno de los grandes neurocientíficos en el mundo, Fernando Nottebohm. Desde su tesis doctoral, Arturo Álvarez-Buylla comenzó el estudio de la neurogénesis en el cerebro adulto de aves. En ese entonces Arturo escribió: “El cerebro adulto continúa produciendo nuevas neuronas que va integrando en sus circuitos funcionales. Estas células se producen en la zona subventricular del ventrículo lateral y migran hasta regiones lejanas donde definitivamente maduran”.
Tanto en la Universidad Rockefeller como ahora, en la Universidad de California en San Francisco, comenta doña Elena, “Arturo ha continuado sus investigaciones sobre el sistema nervioso, con resultados sorprendentes que lo llevaron a demostrar la neurogénesis en el cerebro adulto de los mamíferos”.
Y aclara que su hijo “no es neurocirujano, como indican diversos noticieros, pero sí trabaja en un departamento de neurocirugía, donde se realiza una gran integración entre los neurocirujanos y los investigadores clínicos y/o básicos, que según Arturo es la única forma de avanzar en el estudio, tan complejo, del sistema nervioso central”.
En la Universidad de Colima, Arturo Álvarez-Buylla organizó un seminario con profesores extranjeros y mexicanos; ha dado conferencias e incluso tuvo en su laboratorio de Estados Unidos a un egresado del doctorado del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas, que es el investigador Óscar Porfirio González. Ha mantenido también una estrecha relación de trabajo con el laboratorio donde trabaja Elena Roces.
La UdeC, dice ella, “constituyó desde que llegamos un lugar maravilloso para todos nosotros, pero sobre todo para Ramón, que decía había llegado a su paraíso natural”. Don Ramón Álvarez-Buylla de Aldana llegó a nuestra Universidad para continuar su trabajo de fisiología integral en relación a la regulación de la glucosa en el sistema nervioso.
Fuente: UdeC