• Un grupo encabezado por Valeria Souza, del Instituto de Ecología de la UNAM, planea potenciar cualidades de bacterias del sitio para sostener proyectos relacionados
• Esos microorganismos degradan celulosa y bagazo de caña, producen nuevos antibióticos, y limpian hidrocarburos, fertilizantes de suelo y agua
Con el uso de biotecnología, un grupo de científicos encabezado por Valeria Souza Saldivar, del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, potenciarán la capacidad de bacterias de Cuatro Ciénegas, Coahuila, para degradar celulosa de papel y bagazo de caña, limpiar hidrocarburos, fertilizantes del suelo y el agua, y producir nuevos antibióticos.
Estas ventajas, que poseen y se incrementarán en un grupo de bacterias propias de ese ecosistema de mil 500 años de antigüedad, generarán patentes y recursos económicos para financiar la conservación y educación ambiental de los pobladores de este sitio único en el planeta, cuyos microorganismos habitan en pozas que emergen en una zona árida, donde hace mucho tiempo hubo un mar.
Biotecnología para conservación, salud y educación
Con el proyecto “Ciencia para la gente”, Souza y sus colaboradores buscan financiar una revolución de conservación, salud y educación que genere un cambio entre los residentes.
Para lograrlo, con la autorización de ejidatarios locales, utilizarán biotecnología en los recursos genéticos del lugar, para regresar con microorganismos que tengan valor agregado.
Ahí, “la diversidad de los microbios es extraordinaria, es el lugar más variado y antiguo que conocemos en el planeta. Estas criaturas tienen hambre desde hace miles de años y han aprendido a deshacer metales pesados, petróleo, quizá plásticos, y producen antibióticos para competir entre ellos. Todo ese potencial, con el permiso de los lugareños, lo podemos aplicar a bioprocesos y a biotecnología y regresar las patentes a Cuatro Ciénegas.
El plan incluye un trabajo científico amplio para “domesticar” a las bacterias del sitio. “Ya tenemos cuatro metagenomas, sabemos cuáles son los potenciales y qué genes necesitamos”. Son los primeros metagenomas secuenciados en y para México, y corresponden a cuatro tapetes microbianos en condiciones diferentes.
Con 11 genomas y cuatro metagenomas, los científicos descubrieron la viabilidad biotecnológico de la zona, considerada un parque pre-Cámbrico, con criaturas que se separaron de sus primos del mar hace mil 500 millones de años.
“Por eso en Cuatro Ciénegas tenemos una máquina del tiempo que hay que salvar y la única manera de hacerlo es con la comunicación social y con la ciencia aplicada a la gente”.
Cuatro Ciénegas: conservar el paraíso
Hace 10 años, Valeria Souza se topó en Cuatro Ciénegas, Coahuila, con un ecosistema único que, dominado por la aridez actual, asomaba evidencias de un mar antiguo, con peces y caracoles incluidos, y donde emergían unas 200 pozas de agua azul-verdosas con bacterias singulares que han conservado condiciones únicas de sobrevivencia durante mil 500 años.
“Cuando llegamos nos encontramos el paraíso y había que conservarlo, y la única manera de hacerlo es con la gente que vive ahí. Había que involucrarse en educación ambiental desde varias trincheras y difundir el riesgo que corría el sitio para poder mantenerlo”, recordó.
En este esfuerzo, ubicó a varios grupos de pobladores: uno sumido en la pobreza, que trabaja con agricultura de sobrevivencia; otro de clase media, que se vio beneficiado con el éxito de Cuatro Ciénegas como destino turístico, y un tercero de caciques, dueños de la tierra, que querían hacer negocio y fueron los más afectados por la preservación.
En los niños, de todos los grupos, Souza halló un segmento con el que podía trabajar, explicar la importancia de ese ecosistema único con condiciones del pre-Cámbrico y formarlos con educación ambiental.
La investigadora recordó como una experiencia interesante la transformación de una empresa (Lala) que formaba parte de los “depredadores” del ecosistema (consumía grandes cantidades de agua que surge del lugar) hasta 2007, cuando decidió cerrar sus pozos, cancelar sus contratos con cualquiera que lastimara Cuatro Ciénegas, y pagaron por educación ambiental para niños a través del arte. “Ese grupo (Lala) pasó de depredador a socio de la conservación”, destacó.
Con Liliana Rivapalacio y su proyecto “Concentrarte”, Souza ha desarrollado un plan para infantes, del que derivó el libro “Cuatro Ciénegas: la mirada de sus niños”, donde se explica, ilustrado por pequeños, la importancia de ese ecosistema.
Programa Leopold Leadership Fellow 2011
Souza fue seleccionada como una de las 20 integrantes del ProgramaLeopold Leadership Fellow 2011, que desde 1998 realiza cada año la Universidad de Stanford, y tras una estricta selección ofrece un curso de comunicación social en Estados Unidos a científicos ambientales de ese país, de México y Canadá.
La idea es que especialistas en comunicación entrenen a académicos en esa materia para que desarrollen liderazgo y habilidades que les faciliten difundir sus conocimientos al público en general, a periodistas, políticos, empresarios y tomadores de decisiones.
Los fellows estamos invitados dos semanas a Connecticut y dos más a Washington, con los mejores comunicadores de la Unión Americana, dijo la ecóloga, que tomará la primera parte del curso en junio y la segunda en septiembre.
Entre los profesores del curso destacan divulgadores de la ciencia y periodistas especializados de publicaciones como Science, Nature yThe New York Times, entre otros.
Valeria Souza es la tercera académica de la UNAM seleccionada para participar en este programa, que ya cursaron en años anteriores Patricia Balvanera, del Centro de Investigación en Ecosistemas, y Luis Zambrano, del Instituto de Biología. Los tres realizan trabajo de campo donde es fundamental divulgar su labor científica entre las comunidades locales, para involucrarlas en la conservación del entorno y de ciertas especies vegetales y animales.
Experta en ecología evolutiva y en el estudio de bacterias, la universitaria combina su trabajo con su inclinación natural por la gente. “La vinculación ciencia-sociedad ha sido parte de mi formación desde que fui estudiante de la Facultad de Ciencias”, concluyó.
Fuente: DGCS-UNAM